© ACH productions
Sonidos de la noche,
Concierto para clavecín
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Española del Siglo XX, Entorno a la Generación del 51»
Introducción
A
menudo
hemos
oido
decir
que
la
música
catalana
actual
posee
una
fuerte
influencia
de
la
música
expresionista
alemana,
y
esto
resulta
ser,
a
veces,
el
punto
de
referencia
para
su
descalificación,
a
pesar
de
que
dicha
circunstancia
nada
tiene
que
ver
con
la
calidad
de
la
música,
ya
que
esta
no
viene
dada
por
la
afinidad
a
un
estilo
concreto,
sino
por
la
capacidad
creativa.
Sobre
la
afinidad
a
esa
escuela
-
más
o
menos
expresionista
-
de
la
música
catalana
tiene
mucho
que
ver
la
influencia
que
ha
ejercido
nuestro
compositor,
sobre
todo
en
las
generaciones
de
compositores
que
tienen
en
la
actualidad
entre
25
y
45
años,
si
bien
se
generaliza
a
menudo
en
exceso,
olvidando
que
otros
compositores,
también
catalanes,
no
poseen
dicha
influencia
(caso
de
Joan
Guinjoan,
Xavier
Benguerel,
Mestres
Quadreny,
etc.).
En
todo
caso,
Josep
Soler
ha
demostrado
una
clara
predilección
por
el
modelo
alemán
establecido
por
Schönberg,
Berg
y
Webern,
que,
a
pesar
de
la
distancia
-
tanto
temporal
como
geográfica
-,
ha
hecho de dicha predilección un modelo a seguir.
También
hay
que
añadir
que
Soler
ha
dedicado
buena
parte
de
su
tiempo
y
de
su
vida
a
la
enseñanza
de
la
composición,
por
lo
que
dicha
influencia
ha
sido
directa
en
sus
alumnos
e
indirecta
sobre
su
alrededor.
Sin
embargo,
a
menudo
se
le
ha
atribuido
una
influencia
perniciosa,
y
a
esto,
quien
subscribe
este
trabajo
-
también
exalumno
-
debe
responderse
negativamente
con
rotundidad
,
añadiendo
que
si
ésta
se
ha
producido,
no
es
algo
que
pueda
ser
atribuible
al
maestro.
Desde
luego,
no
recuerdo
de
mi
época
de
estudiante
que
en
ningún
caso
se
forzara
a
los
alumnos
a
hacer
algo
en
lo
que
ellos
mismo
no
estuvieran
de
acuerdo.
Quien
ha
sido
influído
por
su
trabajo
o
por
lo
que le rodea, lo ha sido voluntariamente.
Aún
así,
resulta
incluso
lógico
que
compositores
jóvenes
se
sientan
atraídos
por
la
música
de
cualquier
compositor
de
fuerte
personalidad,
entre
los
cuales
se
halla,
sin
duda, Josep Soler. Otra cosa es lo que sepan aprovechar de dicha influencia.
Cualquier
música
refleja
la
vivencia
personal
de
cada
compositor,
siendo
este
también
el
caso
de
Soler,
por
lo
que
no
resulta
extraño
que
el
mundo
de
impacto
fuera
el
mundo
expresionista
y
no
cualquier
otro
medio
expresivo,
algo
normal
en
los
años
50.
A
ello
ayudó
la
desinformación
y
la
influencia
wagneriana
en
la
música
catalana
de
aquellos
años,
de
la
cual
es
gran
conocedor.
El
dramatismo
wagneriano
y
la
idea
prerromántica
del
Sturm
und
Drang,
es
algo
presente
no
sólo
en
la
última
etapa
del
compositor,
sino
en
etapas
anteriores,
ya
que
la
necesidad
de
retorno
hacia
un
lenguaje
simplificado
viene
dada
por
la
necesidad
de
claridad,
junto
a
la
acentuación
de
la
visión
negativa
del
entorno
"
[...]
las
ideas
parecen
venir
acompañadas
de
conflictos,
situaciones
de
una
cierta
violencia
no
resuelta
que
traen
consigo
una
gran
carga
de
brutalidad
a
pesar
de
su
aparente
atonía1".
Dicha
influencia
ha
hecho
que
su
música
sea
de
carácter
obscuro
y
reservada
en
extremo,
de
tal
modo
que
sólo
es
comprensible en su totalidad por él mismo.
Ciñéndonos
al
ámbito
puramente
musical,
hay
que
decir
que
la
música
de
Josep
Soler
conoce
varias
etapas,
que
si
bien
poseen
una
directa
relación
con
un
lenguaje
expresionista
-
o
dicho
de
otra
manera,
germánico
-,
tienen
en
la
profundidad
de
su
pensamiento
y
en
ese
casi
"culto
divino
a
la
muerte"
su
punto
de
partida:
"Más
profundo
que
experimental,
el
dramatismo
innato
en
su
obra
no
deja
cabida
al
humorismo"2.
Eso
es
algo
que
resulta
latente
en
los
títulos
de
sus
partituras
que,
en
buen
número,
mantienen
relación
con
lo
religioso,
por
otra
parte
raro
en
un
compositor que se muestra en contra de las ideas eclesiásticas.
La
preocupación
del
compositor
sobre
la
predestinación
y
la
libertad,
unidos
al
culto
de
lo
sobrenatural,
resultan
campo
abonado
para
la
expresividad
extrema:
"Hablar
del
artista
y
de
su
creación
es
hablar
de
una
máquina
que
produce
angustia,
y
al
mismo
tiempo
la
difunde"3.
Aparece
una
necesidad
casi
brutal
de
expresar
las
ideas
con
claridad,
claridad
que
a
menudo
queda
oculta
en
el
magma
expresivo
de
la
obra,
y
que
las
aleja
en
ciertos
casos
de
ese
objetivo
primero.
En
ocasiones
parece
disfrazarse
expresamente para evitar el desnudo que quiere oculta a toda costa.
Los
orígenes
de
la
música
de
Soler
deben
remontarse
a
los
estudios
realizados
con
el
maestro
Taltabull,
quién
actuó
además
como
perfecto
comodín
en
la
música
catalana,
propiciando
las
tres
tendencias
musicales
que
persisten
en
la
Cataluña
actual:
Josep
Soler
como
representante
de
la
escuela
expresionista,
Mestres
Quadreny,
representante
de
la
escuela
de
vanguardia
y
nuevas
tendencias,
y
Joan
Guinjoan,
representante
de
un
mundo
intermedio
o
de
compositores
sin
afinidad
estética
concreta.
Los
estudios
con
el
maestro
Taltabull
le
sirvieron
como
punto
de
partida,
y
con
él
aprendió
algo
que
ha
destacado
en
toda
su
producción
musical,
y
diría
más,
humana:
su
honestidad.
"Taltabull
supo,
con
una
discreción
que
sólo
puede
y
sabe
poseer
un
auténtico
maestro,
suministrar
datos,
abrir
posibilidades
y
caminos
sin
forzar
a
ninguno
de
sus
discípulos
a
escoger
o
seguir
ése
o
aquél"4.
Aunque
posteriormente
amplió
sus
estudios
con
René
Leibowitz,
estos
no
tuvieron
verdadera
significación
en
su
producción
musical,
si
bien
el
respeto
hacia
el
maestro
le
sirvió
como
punto
dde
referencia
de
su
pensamiento
musical
posterior:
"Leibowitz
significó,
con
su
carismática
personalidad,
la
promulgación
de
unos
imperativos,
no
estéticos
sino
éticos:
la
claridad
de
la
ordenación
del
material
musical
y
un
estricto
sentido
del
orden y la estructura que debe presidir la construcción del andamiaje musical"5.
A
pesar
de
sus
enormes
dotes
de
compositor
-
sus
primeras
obras
datan
de
los
13
años
-
no
fue
sino
el
año
1956
cuando
Josep
Cercós
estrenó
sus
Dos
piezas
para
piano
en
un
concierto
restringido,
siendo
en
realidad
el
año
1960
el
año
de
su
primer
estreno
real
con
público.
La
obra
fue,
en
esa
ocasión,
Danae.
Es
precisamente
a
partir
de
ese
año
en
el
que
empieza
la
verdadera
carrera
compositiva
de
Soler
-
con
los
estudios
con
Taltabull
-,
y
en
el
que
se
inicia
su
primera
etapa,
que
será
eminentemente
dodecafónica.
El
estreno
de
esa
primera
obra
fue
motivo
de
polémica
en
una
ciudad
poco
acostumbrada
a
la
música
de
vanguardia,
anclada
entre
una
escuela
wagneriana
y
otra
nacionalista:
"La
obra
de
José
Soler,
Danae,
no
tuvo
el
más
mínimo
éxito,
lo
cual
es
sensible
por
varias
razones.
La
obra
es
puramente
dodecafónica
y,
por
lo
tanto,
de
difícil captación para el público en una sola audición"6.
A
pesar
de
ser
un
compositor
de
hoy,
no
se
puede
hablar
de
Josep
Soler
como
un
músico
de
vanguardia,
pues
su
lenguaje
musical
no
resulta
novedoso
-
aunque
sí
en
la
Barcelona
de
aquellos
días
-,
ya
que
el
lenguaje
dodecafónico
era
ya
algo
dejado
de
lado
en
los
años
60
por
un
buen
número
de
compositores
y
discípulos
de
la
escuela
de
Viena,
a
lo
que
hay
que
añadir
el
hecho
de
que
el
mismo
compositor
opina
que
la
vanguardia
es
algo
artificial
y
nada
lógico:
"Schönberg
no
es
un
revolucionario
ni
menos
un
vanguardista,
es
un
producto
de
la
evolución
y
un
resultado
lógico
de
ésta"7.
La
justificación
del
lenguaje
-
eminentemente
dodecafónico
-
de
esa
primera
etapa
se
debe
sobre
todo
a
una
necesidad
de
expresión
interna
sin
cálculo
premeditado,
y
en
el
que
se
usa
la
serie
en
su
absoluta
desnudez
sin
apenas
utilizar
los
medios
habituales
de
su
combinación
-
retrogradación,
inversión,
transposición,
etc.
-;
la
música
para
el
compositor
era,
en
esa
primera
etapa,
una
necesidad
de
expresión
pura,
en
la
que
el
material
resultaba
algo
superfluo
y
de
segundo
orden:
"El
verdadero
artista,
llevado
por
su
necesidad
interior,
sabe
y
tiene
conocimiento
de
que
realiza
y
emite,
pero
no
sabe
qué;
el
camino
se
crea
al
crearse
la
obra
y
ésta,
al
aparecer,
crea
también
su
propio
lenguaje.
Pero
ese
lenguaje
no
se
escoge,
no
se
busca,
se
halla
y,
existiendo
se
constituye a sí mismo como emisor"8.
Con
esa
visión
del
mundo
musical
que,
en
ocasiones,
transmite
con
la
seguridad
de
que
ese
es
el
mundo
absoluto
-
algo
que
puede
ser
discutible
-
el
uso
de
determinados
gestos
musicales
y
de
determinadas
orientaciones
filosóficas
en
su
música
se
hallan
siempre
unidas
al
uso
e
influencia
de
determinados
gestos
musicales,
que
tienen
íntima
relación
con
obras
que
resultan
ser
punto
de
partida
para
la
construcción
de
su
propio
modelo
compositivo
"
Las
afinidades
de
Soler
con
la
música
de
los
maestros
que
son
más
cercanos
se
muestran
a
menudo
en
forma
de
citas
textuales
o
bien
con
la
incorporación
de
referencias
más
veladas
en
el
terreno
de
la
instrumentación
o
de
determinados aspectos motívicos y dramáticos"9.
Josep
Soler
utiliza
estos
gestos
con
absoluta
libertad,
repitiendo
lo
que
considera
necesario
y
dejando
de
lado
la
posible
consideración
de
copia.
Por
tanto,
lejos
de
resultar
banal,
su
música
se
articula
desde
presupuestos
expresivos
de
influencia
externa
directa
y
visceral,
en
la
que
el
argumento
de
copia
va
mucho
más
lejos
del
solo
hecho
de
plasmar
en
esa
repetición
-
a
veces
literal
-
una
confluencia
estilística,
siendo
esta
el
reflejo
filosófico-espiritual
que
rige
las
ideas
y
el
espíritu
creativo
del
compositor.
Por
otra
parte,
existe
en
Soler
un
empeño
en
mantener
una
actitud
negativa
de
la
visión
del
mundo
actual
-
a
menudo
excesivamente
realista
-,
algo
que
se
refleja
en
sus
escritos
y
en
su
pensamiento
compositivo,
en
el
que
a
menudo
se
denosta
una
dirección
de
la
música
y
una
tendencia
compositiva
ocultando
un
gusto
musical
que
niega
todo
lo
que
le
resulta
ajeno.
Quizá
sea
esto
último
lo
que
le
hace
ser criticado por los compositores que no comparten el mismo punto de vista.
Josep Soler: Réquiem (1974).
Ejemplo 1
La
visión
del
mundo
de
la
composición
es
para
Josep
Soler,
en
líneas
generales,
escéptica,
aunque
en
algunos
casos
probablemente
no
le
falte
razón,
a
pesar
de
que
a
menudo
peque
del
exceso
emotívico
del
momento,
algo
que
en
el
año
1982
se
traducía
en
la
siguiente
afirmación:
"
Ser
compositor,
significa
producir
algo
que,
en
las
altas
esferas,
no
interesa
prácticamente
a
nadie,
significa,
en
el
mejor
de
los
casos,
ser
un
personaje
tolerado
del
que
aproximadamente
cada
diez
años
algún
resignado
director
de
orquesta
interpretará
alguna
obra
siempre
con
la
recomendación
de
que
ésta
sea
lo
más
breve
posible,
que
no
sea
difícil,
que
no
presuponga
aumentos
en
la
orquesta y que no plantee ningún problema [...]"10.
Estas
palabras
pueden
resultar
duras,
pero
reflejan
claramente
la
inquietud
y
perplejidad
del
compositor
por
una
sociedad
que
hace
caso
omiso
del
arte,
en
pro
del
favoritismo
de
cualquier
índole:
"Nadie
ignora
que
vivimos
en
una
situación
difícil,
y
que
esta
dificultad
no
es
de
ahora,
sino
de
cuarenta
años
atrás;
escribir
música
durante
estos
años
ha
significado
un
largo
calvario
para
muchos
(y
ese
calvario
aún
sigue)
y
un
camino
muy
fácil
para
unos
pocos:
la
historia
es
la
que
deberá
decidir
sobre
las
complacencias,
de
tipo
político
o
amistoso
de
unos,
o
sobre
los
caminos
cerrados
que
tantos
otros
han
hallado
ante
sí;
la
falta
total
de
planificación
y
el
hecho
de
que
nunca
se
ha
considerado
algo
que
debería
integrarse
orgánicamente
dentro
de
un
más
amplio
campo
que
es
el
de
las
artes
y
el
hecho
de
que
éste
haya
siempre
dependido,
durante
los
largos
años
de
la
postguerra,
de
los
caprichos,
las
aficiones
o
los
odios
de
determinados
personajes
dueños
del
mundo
musical,
aunque
siempre
con rango de sub [...]"11.
Ante
ese
panorama
-
trascendental
en
la
visión
de
su
mundo
compositivo
-
de
conflictividad
de
ideas,
su
música
no
puede
ser
otra
más
que
la
puramente
expresiva.
De
ello
nos
vamos
a
ocupar
seguidamente,
intentando
desentrañar
lo
interno
de
su
música, además de mostrar su procedimiento de trabajo.
LENGUAJE MUSICAL
Anteriormente
se
ha
ya
apuntado
la
base
del
lenguaje
utilizado
en
su
primera
época
compositiva,
y
que
es,
en
definitiva,
la
que
marcará
un
paso
progresivo
hacia
el
futuro
actual.
El
lenguaje
musical
de
Soler
es
meramente
expresionista,
y
por
tanto
sus
inicios
son
también
expresionistas,
con
un
uso
del
medio
dodecafónico
muy
estricto
y
del
cual
no
habrá
parangón
en
ningún
otro
compositor
español
de
este
siglo12.
El
uso
del
dodecafonismo
en
Soler
es
sin
embargo
simple,
apenas
se
aparta
de
un
uso
de
la
serie
sin
sus
combinaciones
habituales,
es
decir,
retrogradaciones,
inversiones,
transposiciones,
etc.,
incluso
una
obra
de
la
envergadura
de
la
ópera
Edipo
y
Yocasta
fue
escrita
sobre
una
única
serie
sin
ningún
artilugio
contrapuntístico
-,
a
excepción,
por
supuesto,
de
la
mera
imitación
-.
Sin
embargo,
no
todas
sus
obras
mantienen
un
rasgo
estilístico
tan
férreo,
y
algunas
de
ellas
se
articulan
a
partir
de
elementos
de
tipo
atonal
en
los
que
la
serie
aparece
más
como
un
medio
y
excusa
para
la
uniformidad del material que como material de uso propiamente dicho.
Ahora
bien,
si
el
lenguaje
dodecafónico
y
atonal
en
su
obra
se
prolonga
hasta
el
año
1975,
poco
se
habla
de
él
en
textos,
artículos,
libros,
etc.,
dando
a
este
como
por
entendido,
sin
necesidad
de
alusión
alguna;
sin
embargo
mucho
más
se
habla
del
procedimiento
que
a
partir
del
año
1975
sería
la
base
de
su
elaboración
compositiva,
algo
que
quedaría
reflejado
en
buena
parte
de
su
obra:
el
uso
del
acorde
del
Tristán
de
Wagner:
"Desaparecido
un
idioma,
el
artista,
el
compositor
que
intente
proseguir,
a
pesar
de
todo,
su
labor
supuestamente
creadora,
tiene
que
organizar
su
propia
posibilidad
de
hablar
con
las
palabras
que
sean
y
con
las
técnicas
que
para
él
le
permitan
articular
la
operación
difícil
y
compleja
ahora
más
que
nunca
de
componer
sus músicas"13.
Ejemplo 2
12
En
Madrid,
Ramón
Barce
ha
sido
considerado
el
compositor
puente
que
parte
de
la
música
expresionista
hacia
la
de
nueva
formulación.
La
distinción
entre
ambos,
es
sin
embargo,
que
la
música
de
Soler
es
meramente
expresiva,
y
parte
de
presupuestos
cercanos
a
los
de
Schönberg
y
Alban
Berg,
mientras
que
los
de
Ramón
Barce
parten
de
ideas
y
procedimientos
de
síntesis
vinculados
al
mundo
compositivo
de
Anton
Webern.
Del
mismo
modo
que
en
obras
anteriores
se
utilizaban
medios
e
incluso
fragmentos
literales
de
obras
que
resultaban
impactantes
al
compositor
(ejemplo
1),
en
esta
ocasión
ese
medio
aparece
como
un
punto
de
partida
para
la
elaboración
del
discurso
compositivo
que
se
irá
acrecentando
a
lo
largo
del
tiempo,
llegando
a
crear
todo
un
sistema
a
partir
de
él.
El
mismo
Josep
Soler
cita:"[...]
el
hallazgo
de
su
peculiaridad
forma
de
organizar
su
armonía,
es
decir,
el
color
propio
de
sus
agregaciones
sonoras,
en
una
palabra,
de
su
música,
surgió,
muy
lentamente,
no
por
su
voluntad
sino
por
la
insistente
presencia
de
la
que
él
tardó
años
en
ser
consciente,
de
un
determinado
acorde
que
confería
un
color
muy
concreto
a
su
música
[...]".14
Ese
"hallazgo"
se
da
en
algunas
obras
de
forma
muy
concreta15,
y
a
veces
tiene
una
presencia
abrumadora,
como
la
aparecida
en
el
final
del
tercer
cuarteto
de
cuerdas,
en
la
que
este
aparece
en
forma de coral y cromáticamente.
Ejemplo 3
Pese
a
la
apariencia
de
lo
expuesto
(que
puede
resultar
paradójico
o
pobre
para
el
lector),
el
lenguaje
y
su
puesta
a
punto
no
es
ni
mucho
menos
el
de
la
simplicidad
externa
que
puede
deducirse
de
su
comentario,
sino
que
su
elaboración,
su
exquisitez
instrumental
y
los
elementos
de
desarrollo
que
tienen
su
base
de
articulación
en
el
contrapunto
de
Max
Reger
-
de
influencia
directa
en
Taltabull
y
heredado
en
Josep
Soler
-
son
de
enorme
elaboración,
si
bien
coexisten
en
un
mundo
recreado
en
la
intuición y la expresión directa:
"El
chorro
creador,
portador
de
los
elementos
nuevos
proviene
de
un
impulso,
ajeno
en
su
totalidad,
y
sólo
la
forma
es
algo
humano;
el
contenido
se
escapa
absolutamente
a
la
voluntad
caso
de
que
ésta
pretenda
imponerse
o
condicionar
el
resultado final [...]"16.
Va
a
ser
precisamente
la
forma
y
los
procedimientos
de
elaboración
del
material
sonoro
que
el
compositor
utiliza
lo
que
aquí
vamos
a
analizar,
con
tal
de
poder
conseguir
de
ese
modo
acercarnos
a
los
procedimientos
lingüisticos
de
su
discurso
organizativo.
Dicho
análisis
se
va
a
realizar
sobre
tres
obras
antagónicas.
Dos
de
ellas
mantienen
una
proximidad
en
la
fecha
de
su
composición,
pero
son,
en
realidad,
absolutamente
distintas
entre
sí.
Pertenecen
a
la
primera
etapa
-
dodecafónica
-:
Sonidos
de
la
noche
y
Concierto
para
clavecín,
y
la
tercera
pertenece
al
período
de
uso
del
acorde
de
Tristán:
Le
Christ
dans
la
banlieue,
de
la
ópera
"La
Tentation
de
Saint
Antoine".
La
densidad
de
la
última,
así
como
su
longitud,
no
va
a
hacer
posible
un
análisis
pormenorizado
compás
a
compás,
retringiéndonos
a
lo
que
resulta
imprescindible para la comprensión de su lenguaje.
SONIDOS DE LA NOCHE
LA OBRA
Aunque
"Sonidos
de
la
noche"
y
el
"Concierto
para
clavecín"
fueron
escritas
durante
el
mismo
año
(1969),
guardan
entre
sí
una
diferencia
lingüistica
que
observaremos
a
continuación
con
detenimiento.
Sonidos
de
la
noche
es
una
obra
rara
en
el
corpus
compositivo
de
Soler,
sobre
todo
para
el
oyente
acostumbrado
a
oír
la
música
actual
del
compositor.
Aunque
su
connotación
de
oscuridad
queda
reflejada
en
su
propio
título,
cabe
destacar
sin
embargo
su
carácter
lúdico,
algo
nada
habitual
en
la
producción
musical
del
compositor.
Esta
obra
resulta
ser,
además,
una
de
las
que
le
han
proporcionado
mayor
reconocimiento
internacional,
habiendo
sido
grabada
y
ejecutada
por
intérpretes
en
todo
el
mundo.
La
obra
utiliza
un
grupo
de
6
percusionistas con un buen número de instrumentos:
•
I. Vibráfono, 5 Temple blocks , y un Crótalo afinado en Sol.
•
II. Marimba, Tam-tam, 4 cencerros y 2 congas.
•
III. Plato y 2 Wood-blocks.
•
I. Campanas, Tam-tam, Maracas y Gong en agua.
•
V. Plato y Xilófono.
•
VI. Plato, lira, flexatón y Güiro.
Sólo
los
percusionistas
I,
II,
IV
y
V
poseen
instrumentos
capaces
de
producir
sonidos
afinados
(el
flexatón
también
puede
realizarlos,
aunque
aquí
es
utilizado
únicamente
como
instrumento
de
afinación
indeterminada),
lo
que
delimita
el
campo
de
acción
melódica a dichos instrumentos.
De
algún
modo,
la
obra
mantiene
la
idea
de
organización
temática
-
en
este
caso
dodecafónica
-
que
Edgar
Varèse
empleara
en
su
obra
para
trece
percusionistas
Ionisation,
e
incluso
sorprende
observar
gestos
que
son
de
cierto
semblante
a
los
aparecidos
en
aquella
-
uno
de
ellos
es
el
de
los
trémolos
en
los
instrumentos
de
metal
-.
Si
bien
en
el
caso
de
Varèse,
el
uso
rítmico
se
halla
por
encima
del
melódico
-
en
Ionisation
no
utiliza
ningún
instrumento
de
sonido
determinado,
a
excepción
del
final,
en
el
que
los
utiliza
como
instrumento
de
sonido
indeterminado
-.
De
cualquier
modo,
la
obra
de
Soler
se
halla
cercana
a
la
idea
programática,
sobre
todo
en
el
uso
de
la
combinatoria
instrumental.
Para
Soler
la
organización
serial
se
halla
en
un
estadio
superior
a
la
rítmica,
siendo
esta
la
que
rige
a
modo
de
idea
temática
todas
las
relaciones
y
combinaciones
de
los
instrumentos.
Aunque
la
combinación
de
la
serie
no
resulta
clara
en
primera
instancia
-
debido
sobre
todo
a
la
fragmentación
serial
-
sí
lo
es
en
las
partes
en
solo
de
cada
uno
de
los
instrumentos
de
sonido
determinado.
Vayamos
a
observar,
en
primer
lugar,
la
combinación
formal
utilizada
en
esta
pequeña
pieza.
COMPOSICION FORMAL
No
parece
haber
empeño
en
el
compositor
de
considerar
la
forma
como
algo
importante
a
priori,
sino
más
bien
una
consecuencia
lógica
de
la
combinación
y
el
desarrollo
de
la
serie.
No
obstante,
en
el
análisis
minucioso
de
la
partitura
nos
encontramos
con
una
utilización
del
material,
que
aunque
no
ha
sido
controlado
a
priori,
manifiesta
claramente
una
combinación
simétrica.
No
sólo
existe
una
idea
de
simetría
y
de
acumulación
sonora,
sino
que
también
aparece
una
distribución
formal
de
tipo
áureo,
que
puede
deberse,
por
otra
parte,
a
la
casualidad.
Hay
que
aclarar,
sin
embargo,
que
la
combinación
formal
áurea
no
ha
sido
utilizada
-
por
lo
menos
conscientemente
-
en
ninguna
de
sus
obras,
a
pesar
de
que
con
ella
realizó
el
análisis
del
Concierto
para
percusión,
cuerdas
y
celesta
de
Béla
Bártok17,
tomándola
además
como base de su constitución formal.
Esta
distribución
áurea
-probablemente
inconsciente
-
tiene
su
punto
álgido
en
el
compás
40,
compás
que
sirve
de
principio
de
la
condensación
melódica
en
todos
los
instrumentos,
a
la
vez
que
final
del
corto
obstinato
rítmico.
Casualidad
o
no,
es
algo
que
a
menudo
va
unido
a
la
creación,
en
la
que
el
creador
no
controla
todo
el
hecho
musical
en
sí,
si
bien
ello
es
el
resultado
del
pensamiento
interno,
que
inconscientemente
controla
a
lo
externo
"La
teoría
de
la
forma
puede
tener
como
punto
de
mira,
y
en
primer
lugar,
observar
la
significación
de
la
forma
artística
-
el
hecho
que
intenta
dotar
al
producto
artístico
de
una
constitución
externa
e
interna,
permitiendo
reconocerlo
como
algo
que
corresponde
a
la
calidad
de
nuestro
intelecto"18.
La
obra
se
articula
en
un
continuo
crescendo,
que
parte
desde
un
tiempo
lento
-
a
modo
de
plataforma
textural
-
que
sirve,
a
su
vez,
de
preparación
de
la
entrada
de
la
melodía
serial
iniciada
por
las
campanas
-
que
son,
por
otra
parte,
de
afinación
imprecisa
y
de
compleja
audición
-.
En
este
inicio
no
aparece,
sin
embargo,
la
serie
completa,
sino
que
esta
lo
hace
a
modo
de
balbuceo
sobre
las
notas
y
combinaciones
interválicas
propias
de
aquella,
que
serán
las
que
constituirán
y
establecerán
la
serie
a
partir
del
compás
número11,
mediante
el
uso
de
los
solos
instrumentales
de
los
percusionistas
I,
II
y
IV,
mediante
la
combinación
de
instrumentos
de
metal-madera-
metal
(vibráfono-marimba-campanas).
Obsérvese
cómo
se
articula
el
proceso
formal
a lo largo de toda la pieza:
Ejemplo 4
En
el
ejemplo
se
han
realizado
dos
gradaciones
formales,
por
una
parte
la
distribución
de
la
forma
(primer
plano)
y
por
otra
la
de
la
combinación
instrumental
(segundo
plano).
Dicha
combinación
se
articula
sobre
la
base
de
la
simetría,
al
igual
de
lo
que
sucede
en
la
forma.
Obsérvese
el
hecho
de
que
únicamente
en
la
parte
central
(compases
31
a
40)
se
utiliza
un
movimiento
rítmico
claro,
que
se
traduce
en
un
ostinato
en
los
wood-blocks,
algo
que
no
se
repetirá
de
nuevo
a
lo
largo
de
toda
la
obra.
Esta
termina
en
una
coda
conclusiva,
en
la
que
existe
un
retorno
al
uso
instrumental
del
inicio,
descartando
el
uso
de
los
instrumentos
de
madera
y
utilizando
por primera y única vez un Gong que se sumerge en el agua.
También
el
uso
serial
mantiene
un
cierto
equilibrio
en
la
totalidad
de
la
forma,
de
tal
modo
que
en
los
dos
fragmentos
iniciales
se
mantiene
la
primera
serie
(ejemplo5
);
en
los
fragmentos
intermedios
aparece
una
serie
nueva,
y
en
los
dos
últimos
va
a
ser
una
serie
derivada
de
la
segunda
la
más
utilizada,
si
bien
estas
se
van
a
combinar
entre
sí.
Vayamos
a
observar
de
forma
más
clara
cómo
se
articulan
dichas
series,
junto
a
los
procedimientos de seccionamiento modular.
USO DODECAFONICO
Soler
va
a
utilizar
tres
series
a
lo
largo
de
toda
la
obra,
en
las
que
únicamente
entre
la
tercera
y
la
segunda
va
a
haber
una
relación
clara,
si
bien
algún
intervalo
se
repite
en
todas ellas:
Ejemplo 5
El
intervalo
común
entre
sí
es
el
Re-Lab,
es
decir
el
tritono
que,
además,
sirve
de
inicio
tanto de la primera como de la tercera serie:
Ejemplo 6
La
relación
entre
la
serie
segunda
y
tercera
es
de
desplazamiento
horizontal.
En
todo
caso,
lo
verdaderamente
difícil
es
determinar
cuál
de
las
dos
es
la
que
realmente
rige
el
fragmento,
si
bien
probablemente
el
hecho
de
que
la
primera
y
tercera
utilicen
el
mismo
intervalo
inicial
es
lo
suficientemente
determinante
como
para
decir
que
son
estas
las
principales,
siendo
la
segunda
un
desplazamiento
o
anticipación
horizontal
de
la
última.
En
todo
caso,
ello
confirma
la
connotación
de
simetría
de
la
que
hablábamos en el apartado dedicado a su forma.
Remitiéndonos
al
encadenamiento
interválico,
el
uso
de
intervalos
con
relación
de
tritono
es
elevada.
De
hecho,
esta
relación
constituye
buena
parte
de
los
procedimientos
de
encadenamiento
melódico
de
toda
la
obra,
y
son
precisamente
este
tipo
de
relaciones
las
que
le
confieren
un
carácter
dramático
de
talante
expresionista.
Las
series
segunda
y
tercera
mantienen,
además,
una
relación
interválica
en
la
que
la
mitad
de
los
intervalos
son
de
tritono,
de
tal
modo
que
cada
uno
de
ellos
se
une
al
otro
mediante
un
intervalo
variable
y
de
combinación
simétrica.
Obsérvese
la
utilizada
por la serie número 3:
6 - 1 - 6 - 3 - 6 - 1 - 6 - 4 - 6 - 1 - 6
Incluso
las
relaciones
de
tritono
llegan
a
generar
un
acorde
disminuido
desplegado
horizontalmente
mediante
la
superposición
de
tritonos.
Sin
embargo,
si
bien
las
series
aparecen
claramente
en
los
solos,
en
la
parte
inicial
estas
lo
hacen
únicamente
con
elementos simples que son, además, fragmentación de la propia serie.
En
el
ejemplo
7
se
muestra
la
parte
introductoria
hasta
el
compás
11,
donde
aparece
la
primera
serie
completa.
La
combinación
serial
que
sigue
Soler
aquí
es
ardua
y
compleja,
y
lo
que
queda
claro
es
el
hecho
de
que
esta
parte
introductoria
se
nutre
del
uso
de
elementos
interválicos
relacionados
con
ella,
a
pesar
de
que
sólo
aparezca
una
vez completa y combinada entre las campanas y la marimba.
Ejemplo 7
Si
bien
este
principio
puede
parecer
el
anuncio
de
una
compleja
combinación
melódica,
lo
que
continúa
va
a
ser
de
hecho
mucho
más
claro,
de
tal
modo
que
las
series
van
a
hacer
aparición
de
forma
más
evidente.
La
culminación
de
dichas
apariciones
se
va
a
dar
en
el
compás
42
y
siguientes.
En
ella
aparece
una
superposición
simultánea
de
las
series
segunda
y
tercera
-
que
son,
en
realidad,
la
misma
-,
empezando
en
cada
uno
de
los instrumentos mediante una nota distinta.
En
esta
combinación
interválica
(ejemplo
8),
que
resulta
ser
la
más
rica
de
toda
la
obra
-
la
longitud
de
esta
es
limitada,
y
al
tratarse
de
instrumentos
de
percusión
también
es
limitado
su
uso
-,
existen
una
serie
de
errores
o
deslices
en
el
uso
dodecafónico
que
cabe
resaltar.
Tampoco
hay
que
enfatizar
ni
exagerar
excesivamente
sobre
ellos,
ya
que
de
hecho
la
serie
es
tratada
a
lo
largo
de
toda
la
obra
con
cierta
libertad,
por
lo
que
estos
deslices
quedan
integrados
dentro
de
una
textura
dodecafónica
en
la
que
no
es
posible
detectar
externamente
los
errores,
y
sólo
resultan visibles en su análisis técnico.
Ejemplo 8
El
primero
de
dichos
errores
se
halla
en
el
percusionista
cuarto,
al
cual
le
falta
el
sonido
número
1
cuando
repite
de
nuevo
la
serie
(señalado
en
el
ejemplo
con
un
rectángulo).
El
segundo
lo
tenemos
en
el
percusionista
5,
que
en
el
sonido
número
5
utiliza
la
nota
Re
en
lugar
de
Mi,
que
sería
la
nota
correspondiente
(señalado
con
un
círculo).
En
el
sexto
percusionista,
Soler
realiza
una
combinación
interválica
en
la
que
las
notas
de
la
serie
aparecen
tras
la
repetición
de
otras
notas
ya
utilizadas
anteriormente.
RITMO Y TEXTURA
Algo
que
resulta
paradójco
al
estudiar
la
partitura,
es
el
hecho
de
que
Soler
no
utiliza
ningún
elemento
rítmico
como
medio
para
crear
un
juego
dinámico
o
de
cualquier
otra
índole,
sino
que
únicamente
usa
la
masificación
instrumental
como
medio
para
llegar
a
las
culminaciones
estructurales
de
la
obra.
Sólo
en
el
compás
32
existe
un
atisbo
de
utilizar
un
elemento
rítmico,
aunque
en
realidad
se
trata
de
un
ostinato
sobre
un
ritmo
fijo
de
dos
semicorcheas-corchea
que
dura
siete
compases
sin
repetirse
de
nuevo.
El
ritmo
es
aquí,
para
Soler,
poco
significativo
-
aunque
pueda
parecer
extraño
el
hecho
de
que
en
un
grupo
instrumental
de
sólo
instrumentos
de
percusión
no
se
utilice
el
ritmo
como
elemento
de
contraste
-.
Para
crear
dicho
contraste,
Soler
utiliza
dos
medios
de
articulación
rítmica:
un
movimiento
de
notas
tenidas,
mediante
el
uso
de
trémolos
y
trinos
sobre
el
mismo
instrumento
-
normalmente
utilizado
en
los
instrumentos
de
gran
resonancia
(platos,
vibráfono,
etc.)
-
y
un
despliegue
melódico
que
utiliza
básicamente
el
movimiento
rítmico
de
tresillo
y
pulsación
binaria.
No
hay
un
orden
que
establezca
prioridades
o
medios
de
acción,
sino
que
este
depende
siempre
de
las
necesidades
expresivas
del
momento.
Lo
que
prima
por
encima
de
todo
es
el
uso
interválico
-
la
serie
-,
siendo
el
ritmo
una
necesidad
de
escritura.
Esta
formulación
serial
va
a
ser
también
la
utilizada
como
medio
básico
en
el
Concierto
para
clavecín,
estructurándose
la
articulación
melódica
de
este
a
partir
de
ella.
La
diferencia
entre
una
y
otra
obra
radica
básicamente
en
el
hecho
de
que
el
carácter
es
absolutamente
distinto
entre
sí,
algo
que
tiene
que
ver
directamente
con
la
instrumentación
utilizada
y
que
resulta
ser
además
antítesis
entre
una
y
otra
obra;
mientras
en
Sonidos
de
la
noche
existe
una
cierta
imposibilidad
melódica
debida
al
uso
de
los
instrumentos
de
percusión
que
la
limitan,
en
el
concierto
de
Clave
-
a
excepción
del
instrumento
solista
-
los
instrumentos
pueden
utilizar
las
líneas
melódicas de forma claramente cantabile.
CONCIERTO PARA CLAVECIN
El
concierto
para
clavecín
se
articula
en
un
solo
movimiento,
si
bien
en
él
se
integran
el
concepto
rápido-lento-rápido,
típico
de
los
conciertos
barroco
y
clásico
de
tres
tiempos.
Este
concierto
-
una
de
las
obras
más
conocidas
de
nuestro
insigne
compositor
-
utiliza
una
instrumentación
prácticamente
idéntica
a
la
del
Concierto
para
clavecín
de
Falla,
al
que
irremediablemente
hay
que
acudir
como
referencia
a
la
hora
de
escribir
un
concierto
para
dicho
instrumento.
Si
bien
el
concepto
y
la
organización
del
Concierto
de
Soler
nada
tienen
que
ver
con
el
de
Falla,
mantiene
con
él
la
misma
idea
de
movimiento
y
articulación
fornido
de
figuraciones
rápidas
de
tipo
concertante,
algo
ya
utilizado
por
los
compositores
barrocos.
A
ello
hay
que
añadir
el
hecho
de
que
la
obra,
escrita
43
años
después
del
Concierto
de
Falla,
es
de
algún
modo
un
homenaje
a
la
grandiosidad
creativa
de
uno
de
los
compositores
españoles
más reconocidos.
DISPOSICION FORMAL
El
concierto
para
clavecín
se
articula
mediante
una
organización
formal
que,
a
primera
vista,
puede
parecer
incoherente
e,
incluso,
sin
aparente
organización,
ya
que
la
repetición
de
los
modelos
dodecafónicos
y
rítmicos
son,
a
lo
largo
de
toda
la
obra,
siempre
distintos
-
sobre
todo
los
últimos
-,
en
los
que
únicamente
el
cambio
de
tempo
ayuda
a
diferenciar,
condensar
o
alargar
el
movimiento
melódico
de
la
serie.
Sin
embargo,
al
examinar
más
detenidamente
la
obra
se
observa
un
proceso
de
encadenamiento
formal
-
creemos
intuitivo
-
que
se
emparenta
absolutamente
con
la
idea
del
concierto
clásico,
sobre
todo
en
lo
referente
al
uso
de
dos
ideas
contrastantes
que,
aunque
aquí
no
pueden
ser
denominadas
como
tema,
son,
sin
embargo,
cabeza
de
fragmentos
importantes.
La
primera
de
dichas
ideas
(A)
-
que
será
la
que
gobernará
el
resto
de
la
obra
-
es
la
introducida
por
el
clave
con
un
movimiento
en
forma de arpegiado:
Ejemplo 9
La
segunda
idea
(B),
es
la
ejecutada
por
los
instrumentos
de
viento,
que
son
respondidos
con
una
idea
semejante
por
los
de
cuerda.
En
este
caso
el
movimiento
es
precisamente
contrario
a
la
primera
idea,
es
decir,
una
idea
de
notas
largas
y
de
gran
expresividad.
El
contraste
entre
ambos
grupos
es
evidente
(ejemplos
9
y
10),
incluso
en
el
acompañamiento
instrumental
inicial.
Por
supuesto,
hay
un
uso
condicionado
por
el
instrumento
solista,
el
cual
resulta
ideal
para
movimientos
rápidos,
aunque
poco
aconsejable
para
fragmentos
con
notas
tenidas,
ya
que
la
resonancia
de
sus
cuerdas se apaga de inmediato.
Ejemplo 10
Es
evidente
que
en
una
música
que
responde
a
ideas
de
desarrollo
sobre
configuraciones
de
tipo
dodecafónico
como
la
que
aquí
tratamos,
no
queda
claro
al
cien
por
cien
la
definición
de
dichos
fragmentos
como
ideas
contrastantes
de
tipo
temático,
e
incluso
el
lector
puede
pensar
que
dicha
definición
es
pura
conjetura.
Sin
embargo,
el
hecho
de
que
ambos
fragmentos
resulten
ser
el
inicio
de
un
tempo
distinto,
y
que
posean
-
cada
uno
de
ellos
-
un
número
cerrado
de
cuatro
compases,
lo
convierte
en
trascendental
en
el
discurso
global
de
la
obra,
ya
que
resultarán
claramente
audibles
como
tales.
Si
observamos
la
distribución
formal
que
Soler
hace
a
lo
largo
del
concierto
(ejemplo
11),
veremos
que
existe
una
cierta
connotación
de
forma
sonata
en
su
estructuración,
si
bien
no
se
repite
ninguno
de
los
fragmentos
de
forma
literal
-
únicamente
la
serie
se
repite
a
lo
largo
de
toda
la
obra
-,
siendo
esta
la
única salvedad para no convertirse en tal.
En
el
ejemplo
11
aparece
con
claridad
una
combinatoria
de
espacio
temporal
en
dos
direcciones:
la
horizontal,
que
observa
dos
ideas
distintas,
que
son,
a
su
vez,
las
ideas
temáticas
que
rigen
la
obra;
la
vertical:
que
regula
la
combinatoria
del
proceso
formal,
también
en
dos
grupos
articulados
y
encadenados
uno
tras
otro
que
se
complementan
entre
sí.
Por
una
parte,
las
ideas
temáticas
que
son
desarrolladas
tras
el
primer
grupo
cadencial
(compases
98
a
255)
se
articulan
del
mismo
modo
que
en
el
inicio,
es
decir,
utilizando
la
combinación
de
grupos
de
importancia
distintos.
En
la
exposición
temática
el
orden
era
clave-instrumentos,
y
en
el
grupo
de
desarrollo
es
instrumentos-clave.
Por
otra
parte,
los
grupos
cadenciales
se
encadenan
siempre
tras
los
de
exposición
y
desarrollo
temático
y
a
modo
de
material
intermedio,
pero
siempre
cadencial.
En
el
primer
grupo
coexiste,
además,
una
simetría
cadencial,
en
la
que se inicia con cadencia y se termina con cadencia (compases 71 a 98).
Ejemplo 11
Resulta
curioso
observar
también,
que
el
encadenamiento
formal
y
su
distribución
siempre
tienen
que
ver
con
alguna
culminación
instrumental,
ya
sea
utilizando
una
masificación
textural
-
de
igual
modo
a
la
que
encontrábamos
en
Sonidos
de
la
noche
-
o
mediante
el
uso
del
accelerando.
Sin
embargo,
a
la
culminación
más
importante
de
la
obra
se
llega
mediante
el
uso
de
los
multifónicos
en
el
oboe
al
final
del
desarrollo
con
clave,
cuyo
uso
es
algo
inhabitual
en
la
música
de
Soler,
quien
huye
de
la
idea
de
ruido
-
inevitable
con
el
uso
de
los
multifónicos
-
para
utilizar
medios
más
convencionales.
De
hecho,
este
fragmento
contiene
en
sí
mismo
un
microcosmos
formal-constructivo que a continuación presentamos.
Ejemplo 12
De
nuevo,
al
igual
que
en
el
primer
grupo
cadencial
(compases
71
a
98),
aparece
una
distribución
de
simetría,
en
la
que
juega
un
rol
importante
el
instrumento
solista,
el
cual
se
halla
distribuido
como
instrumento
solo
y
sin
acompañamiento
a
lo
largo
de
todo
el
fragmento,
mediante
dos
intervenciones
de
únicamente
dos
compases
cada
una;
una
al
inicio
y
otra
al
final
de
dicho
desarrollo
-
que
culmina
en
el
compás
226
-,
reduciéndose
la
tensión
a
partir
de
ahí
y
hasta
el
compás
255.
En
el
resto,
el
Clave
participa como un instrumento más.
LA SERIE
A
diferencia
de
Sonidos
de
la
noche,
el
Concierto
para
clavecín
utiliza
una
sola
serie,
sobre
la
que
se
basa
todo
el
medio
de
articulación
interválica
tanto
horizontal
como
vertical.
La
serie
es,
en
este
caso,
parecida
a
la
que
ya
encontrábamos
en
Sonidos
de
la
noche,
sobre
todo
en
lo
referente
a
su
articulación
interna
o,
lo
que
es
lo
mismo,
en
el
uso simétrico de los intervalos.
Ejemplo 13
En
este
caso
se
utiliza
una
combinación
de
intervalos
a
modo
de
engranaje
melódico
de
segunda
mayor
y
menor
frente
a
los
de
tercera
menor,
los
cuales
sirven
a
su
vez
para
unir
a
los
de
tritono
que,
de
algún
modo,
gobiernan
la
obra.
No
vamos
a
agotar
aquí
al
lector
con
una
descripción
de
todas
las
disposiciones
seriales,
ya
que
resultaría
demasiado
pesado.
En
todo
caso,
vamos
a
limitarnos
a
citar
las
que
creemos
más
importantes.
Dada
la
obviedad
de
la
articulación
serial
utilizada
en
la
idea
B
del
concierto
vamos
a
omitir
su
análisis,
realizándolo
sobre
otros
fragmentos
de
mayor
interés analítico.
El
engranaje
serial
queda
reflejado
en
los
cuatro
compases
iniciales,
en
los
que
coexiste
una
disposición
vertical
y
horizontal
entre
el
grupo
instrumental
e
instrumento solista respectivamente.
Ejemplo 14(19)
Si
bien
la
disposición
horizontal
es
mantenida
desde
el
principio
hasta
el
fin
del
fragmento
citado,
esta
únicamente
es
utilizada
en
el
inicio,
y
continuada
por
el
clarinete
bajo,
aunque
no
será
completada
en
su
totalidad.
Puede
observarse
cómo
Soler
mantiene
una
relativa
fidelidad
a
la
serie
original,
y
utiliza
a
menudo
la
omisión
del
sonido
3
(La),
intercambiándolo
por
el
sonido
8
(Si),
algo
que
ocurrirá
a
lo
largo
de
toda
la
obra.
De
hecho,
parece
tratarse
de
un
error
aprovechado
como
medio
de
conseguir
variedad,
aunque
esta
sea
limitada.
Por
paradójico
que
pueda
parecer,
en
el
resto
de
la
obra
Soler
no
utiliza
ninguna
combinación
de
la
serie,
ni
siquiera
las
básicas
de
retrogradación
e
inversión,
y
únicamente
se
limita
a
usar
las
combinaciones
fragmentarias
de
esta,
de
modo
semejante
al
de
Sonidos
de
la
noche.
El
propósito
de
Soler
es
desarrollar
al
máximo
las
posibilidades
de
la
serie
en
su
forma
original,
y
utilizarla
a
modo
de
tema.
Algo
así
ocurre
en
el
compás
154,
a
partir
del
desarrollo
del
clave, en el que encontramos la serie combinada mediante una superposición vertical.
Ejemplo 15
Si
bien
todas
las
combinaciones
inteválicas
tienen
de
una
u
otra
forma
una
conexión
con
la
serie,
lo
que
escapa
al
raciocinio
del
uso
interválico
dodecafónico
es
el
uso
de
los
multifónicos,
que
por
su
composición
interna
no
pueden
organizarse
según
sus
planteamientos
-
el
uso
de
cuartos
de
tono
es
algo
que
Soler
no
tiene
en
cuenta
como
parte
integrante
de
la
serie
-.
Dichos
multifónicos
aparecen
como
una
necesidad
de
crear
cierta
confusión
sonora
que,
junto
al
uso
de
los
acordes
de
segunda
menor
y
séptima
mayor
de
la
viola,
el
tempo
rápido
del
fragmento,
crea
una
culminación
sonoro-textural
de
enorme
brutalidad,
que
es,
además,
la
cumbre
de
la
obra
-
no
hay
otro
fragmento
en
el
que
se
utilicen
medios
de
tal
envergadura
-.
La
combinación
de
la
serie se realiza, sin embargo, de igual modo que en los anteriores fragmentos.
Ejemplo 16
ELEMENTOS DE TEXTURA HOMOFONA
A
pesar
de
que
la
obra
mantiene
siempre
una
distribución
horizontal
de
la
serie,
subsisten
en
ella
unas
combinaciones
en
forma
de
acordes
que
serán
punto
de
partida
y
de
lenta
progresión
hacia
la
creación
y
estabilización
del
lenguaje
armónico
de
su
segunda
etapa
compositiva.
Estos
elementos
armónicos
son
generados
por
la
propia
combinación
de
la
serie,
ya
que
al
organizarse
mediante
intervalos
de
tritono,
resultan
ideales
para
conseguir
combinaciones
de
carácter
consonante
que,
si
bien
integradas
en el contexto, no se mantienen como tales.
La
primera
combinación
acordal
es
la
que
inaugura
la
pieza.
En
ella
se
utilizan
los
cinco últimos sonidos de la serie, que será repetida al final de la idea A en el Clave.
Ejemplo 17
A
lo
largo
de
ella
la
disposición
acordal
se
realiza
con
combinaciones
interválicas
parecidas,
siendo
la
más
significativa
la
aparecida
en
el
Lento
del
final
de
la
cadenza
(compás 71).
Ejemplo 18
Obsérvese
cómo
en
los
dos
primeros
acordes
aparece
una
combinación
de
la
serie
nota
a
nota,
si
bien
en
el
último
se
mantienen
sólo
algunos
gestos,
ya
que
la
serie
ha
sido,
en
este
caso,
disgregada.
La
combinación
acordal
no
tiene,
sin
embargo,
una
disposición
estable
que
permita
de
uno
u
otro
modo
realizar
encadenamientos
similares
en
el
resto
la
obra,
siendo
estos
ordenados
únicamente
mediante
la
combinación serial.
La
obra
mantiene,
a
pesar
de
ello,
ciertos
fragmentos
de
textura
rítmica
homófona
que
merecen
ser
remarcados,
aunque
sea
sólo
por
el
contraste
que
representan
frente
al
resto,
de
escritura
eminentemente
horizontal,
y
en
la
que
lo
vertical
es
una
consecuencia
de
aquella.
Como
verdaderamente
remarcable,
tenemos
el
fragmento
que
va
desde
el
compás
128
al
133.
Aunque
existen
otros
fragmentos
de
homofonía
entre
grupos
de
dos
o
tres
instrumentos,
no
son
enumerables
como
tales,
ya
que
a
menudo
se
utilizan
en
los
procesos
cadenciales.
El
fragmento
anteriormente
citado
recuerda,
en
algún
momento,
las
partes
homófonas
del
Concierto
para
clavecín
de
Falla.
Manuel de Falla: Concierto para clavecín. © Ed. Max Eschig.
Ejemplo 19
También
Falla
utilizaba
estos
fragmentos
homófonos
esporádicamente,
aunque
en
mayor
grado
que
en
Soler.
De
hecho,
Soler
utiliza
este
fragmento
como
la
culminación
intermedia
del
desarrollo
instrumental
-
al
igual
que
en
el
desarrollo
del
solista
se
utilizará
la
culminación
textural
con
sonidos
multifónicos
en
los
instrumentos
de
viento
-.
Sin
embargo,
en
ningún
momento
se
abandona
la
textura
serial,
si
bien
su
combinación
es
compleja
y
no
tiene
una
articulación
continua
que
pueda
ser
utilizada
como medio de seguimiento (ejemplo 20)
No
se
puede
hablar,
tampoco,
de
un
uso
rítmico
específico,
elaborado
expresamente
para
el
fragmento
ya
que
los
ritmos
utilizados
son,
en
realidad,
derivados
siempre
de
uno
mismo,
realizando
un
desplazamiento
que
irá
poco
a
poco
acentuándose,
y
que
será con el que culminará dicha sección (ejemplo 21).
Ejemplo 20
Ejemplo 21
El
procedimiento
es,
pues,
una
consecuencia
lógica
del
uso
serial,
en
el
que
el
proceso
de
encadenamiento
horizontal
prima
por
encima
de
todo,
tratado
de
forma
tal
que
se
comporta
como
una
melodía
infinita,
algo
que
por
otra
parte
será
punto
de
partida
y
de
elaboración
en
la
etapa
del
acorde
wagneriano.
En
la
obra
se
observa,
además,
la
necesidad
de
expresión
intuitiva,
en
la
que
lo
formal
y
lo
que
tiene
que
ver
con
procedimientos
complejos
de
elaboración
del
material,
quedan
expresamente
al
margen
de
un
discurso
pretendidamente
simple
y
directo.
Este
uso,
y
la
inseguridad
que
de
él
pueda
extraerse,
podría
ser
el
origen
de
la
necesidad
de
buscar
un
medio
unitario,
que
sintetizara
y
condujera
de
forma
más
clara
la
direccionalidad
musical,
y
este
fue
muy
probablemente
el
punto
de
partida
a
la
hora
de
utilizar
un
procedimiento
que
reuniera
la
particularidad
del
control
vertical,
frente
al
horizontal
-
del
mismo
modo
que
el
uso
de
la
armonía
en
la
música
tonal
-,
el
cual
era
por
otra
parte
el
que
primaba en la etapa dodecafónica.
Notas:
1
Bruach,
Agustí:
Artículo
titulado
"Josep
Soler
o
la
creación
como
exégesis"
aparecido
en
el
programa
de
mano
de los conciertos-homenaje realizados en Octubre y Noviembre de 1994. Ed. Fundación "La Caixa". Pág. 51.
2 Marco, Tomás: Historia de la música española. VI, Siglo XX. Madrid 1989. Ed. Alianza Música. Pág. 240.
3 Casares, Emilio: 14 compositores españoles de hoy. Oviedo 1982. Ed. Publicaciones de la
Universidad de Oviedo, Colección Ethos Música nº 9. Pág. 445.
4
Casares,
Emilio:
14
compositores
españoles
de
hoy.
Oviedo
1982.
Ed.
Publicaciones
de
le
Universidad
de
Oviedo, Colección Ethos Música nº 9. Pág. 447.
5 Ibídem, pág. 445
6 Benet, Sebastián: El correo de las Artes. Barcelona Febrero de 1960.
7
Casares,
Emilio:
14
compositores
españoles
de
hoy.
Oviedo
1982.
Ed.
Publicaciones
de
le
Universidad
de
Oviedo, Colección Ethos Música nº 9. Pág. 460.
8 Ibídem, Pág. 459.
9 Bruach, Agustí: Análisi d'un quartet de Josep Soler. Trabajo de investigación, UAB, 1992.
10
Casares,
Emilio:
14
compositores
españoles
de
hoy.
Oviedo
1982.
Ed.
Publicaciones
de
le
Universidad
de
Oviedo, Colección Ethos Música nº 9. Pág. 465.
11 Ibídem, pág. 464.
13
Medina,
A.:
Artículo
realizado
por
el
propio
Josep
Soler
sobre
su
lenguaje
musical.
Ed.
Universidad
de
Oviedo, (en preparación).
14
Medina,
A.:
Artículo
realizado
por
el
propio
Josep
Soler
sobre
su
lenguaje
musical.
Ed.
Universidad
de
Oviedo, (en preparación).
15 Ibídem.
16
Casares,
Emilio:
14
compositores
españoles
de
hoy.
Oviedo
1982.
Ed.
Publicaciones
de
le
Universidad
de
Oviedo, Colección Ethos Música nº 9. Pág. 44
17
Este
análisis
se
encuentra
en
el
libro
"Fuga,
técnica
e
historia"
del
propio
compositor.
Barcelona
1980.
Ed.
Antoni Bosch.
18 Schoenberg, Arnold: Style and Idea. Theory of form. Ed. University of California Press. Pág. 253.
19 La partitura se halla transportada.
© 2002, Agustín Charles Soler. Todos los derechos son propiedad del autor
Agustín Charles